¿Cuántas horas diarias es soportable un ser humano?
En nuestra sociedad actual se ha exacerbado y endiosado las relaciones interpersonales a niveles nunca antes vistos. La palabra "amistad" se ha banalizado hasta lo indecible gracias a las redes sociales y la palabra "soledad" genera pánico en todos aquellos y aquellas sin una vida interior lo suficientemente rica que les evite el tedio de lo cotidiano. Es así que hoy en día muchas personas son capaces de malgastar varias horas en conversaciones e interacciones intrascendentes, con el único objetivo de llenar -aunque sea por un instante- el inmenso vacío de su interior. Horas preciosas que bien podrían emplearse en tareas más trascendentes y dignas de un ser humano, como puede ser, por ejemplo, contribuir decididamente a la lucha contra este sistema social injusto, depredador y deshumanizante.
Y si hoy en día las personas son capaces de gastar horas de horas en estas interacciones superficiales, vale preguntarse: ¿Cuántas horas diarias es soportable un ser humano? La respuesta puede ayudarnos a persistir en el camino obligado de la desalienación.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYCeRg8PyBz0LiNdnLN88H8l6nXwTA6cMmqfNf6kpAznUKqkc-vcyDliJSZwG68zwpG3Sl-VDK4hy1BoqY6LcYyKs9ZkooylzPSKD3zWNxYJ0-HaWDTTGa0Om3IEAHQALnb6UzR3VzUkA/s400/conversa.jpg)
En relación presencial, cara a cara, uno puede soportar a otro ser humano dos o tres horas seguidas; y tres o cuatro si éstas no son seguidas, sino espaciadas. Lo cual rige para las relaciones normales y cotidianas con familiares, amigos y parejas estables. No rige para las relaciones especiales y desorganizantes en que hay pasión, deslumbramiento, admiración, obstinación, arrebato, obcecación y frenesí; verbigracia, el enamoramiento, que implica un régimen atencional completamente anómalo. Tampoco rige la cuantía de horas mencionada en el inicio de este párrafo para los casos de seres humanos aburridos y patéticamente desprovistos de vida interior que se reúnen horas de horas para mitigar su tedio.
El gran poeta italiano Giacomo Leopardi (1798-1837) dijo la siguiente frase célebre que a mi juicio es verdad axiomática: "No hay nada más raro en el mundo que una persona habitualmente soportable". Esto también lo sabía, y muy bien, el ilustre científico español Santiago Ramón y Cajal, que en su libro El Mundo visto a los Ochenta Años, cuenta haber sufrido en su vejez de hipoacusia o disminución de la sensibilidad auditiva. "En cuanto a mí -dice-, prefiero mil veces la sordera a la ceguera.
Aquélla me aleja del animal humano, a menudo insoportable, cuando no
insidioso y hostil".
Jean-Paul Sartre soportaba muy poco a los hombres y muchísimo a las mujeres, y ello me extraña, salvo que las tales hayan sido como la Beauvoir, o si no precisamente como ella, al menos parecidas.
"Con los hombres -dice Sartre-, una vez que se ha hablado de política o de algo parecido, gustosamente me callaría. Me parece que la presencia de un hombre durante dos horas en un día, aunque no vuelva a verle al día siguiente, es más que suficiente. Mientras que con una mujer eso puede durar todo el día y además continuar al día siguiente".
Julio Ramón Ribeyro embrutecía si estaba más de tres horas con los seres humanos.
"Sé por experiencia -confiesa Ribeyro- que no puedo soportar la presencia de una persona más de tres horas. Pasado este límite, pierdo la lucidez, me embrutezco, las ideas se me ofuscan y al final, o me irrito o me quedo sumido en un profundo abatimiento".
"Algún día analizaré con calma los orígenes de mi incapacidad para la vida social. Me gustaría determinar la época exacta en que comienzo a sentirme incómodo entre mis semejantes, a sufrir su presencia como una agresión, a buscar la soledad y el silencio. Si me remonto a los años de mi infancia, descubro que mi reserva y mi hermetismo son tan antiguos como mi uso de razón".
Tomado de:
Marco Aurelio Denegri (2010). Miscelánea humanistica. Lima: Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Fondo Editorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario