sábado, 14 de febrero de 2009

Para entender la Realidad Peruana

PARA ENTENDER LA REALIDAD PERUANA

LOS JÓVENES TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE CONOCER LA HISTORIA DE NUESTRO PAÍS, PARA VER CON MÁS CLARIDAD EL PAPEL QUE NOS TOCA JUGAR EN LA TAREA COLECTIVA DE TRANSFORMAR EL PERÚ EN BENEFICIO DE LA MAYORÍA DE PERUANOS.

NECESARIA REVISIÓN HISTÓRICA

Nuestro país ha tenido un largo período de desarrollo independiente y autónomo hasta el siglo XVI. Los vestigios o pruebas de presencia humana en el actual territorio peruano tienen unos 16 000 años de antigüedad, y el más antiguo asentamiento urbano religioso data de hace 3000 años “antes de nuestra era” (a.n.e.). Hasta hoy la denominada “ciudad sagrada de Caral” es la organización urbana más antigua de América. Los constructores de Caral vivían de la agricultura y de los productos marinos, adoraban al fuego y no conocían la cerámica. Su organización social era teocrática.


El nivel más alto de nuestro desarrollo autónomo se dio con el imperio inca o Tahuantinsuyo, que se extendió desde Pasto en Colomb
ia, hasta el norte argentino y la parte central de Chile.


I. ¿Qué es lo que más
distinguió a la sociedad inca?

Su alto grado de organización. Fue una de las sociedades mejor organizadas del mundo antiguo. Esta racionalidad organizativa generó una formidable fuerza social y productiva transformadora.

Los organizadores y dirigentes de Tahuantinsuyo lograron sacarle el máximo provecho productivo y militar a millones de trabajadores utilizando mecanismos ideológicos, organizativos y coercitivos. El Tahuantinsuyo fue una sociedad teocrática en la que lo soberanos se hacían pasar como divinidades descendiente del dios Sol, y en la que los millones de productores recibían una educación práctica destinada a convertirlos en obedientes y eficientes trabajadores y soldados. En interacción con esto se dio un gran nivel organizativo que confinaba prácticas comunitarias de reciprocidad, con relaciones verticales comandadas por la nobleza inca. Cuando era necesario se ajustaba la “maquinaria” social con duras acciones coercitivas y de escarmiento.

Hay pruebas materiales de la eficiencia transformadora inca a lo largo y ancho de los andes centrales, una de las zonas más accidentadas y abruptas del planeta.

Cuando llegaron los invasores europeos (españoles) la sociedad de Tahuantinsuyo ya había comenzado su decadencia.

¿Qué relaciones imperantes nos permiten realizar un estudio provechoso de la etapa autónoma de nuestra historia?

En la interacción con el medio natural nuestros antepasados indígenas realizaron un trabajo transformador racional, no depredador y eficaz para satisfacer sus necesidades y mejorar sus condiciones de vida.

  1. Así, con el trabajo productivo se generó una cultura que logró asentarse exitosamente en la difícil geografía de los andes sudamericanos. Este éxito la llevó a constituirse en uno de los 6 grandes focos civilizatorios de la humanidad.
  1. En esta sociedad la riqueza fundamental la constituía la fuerza de trabajo, la mano de obra, el trabajador. Al igual que en las primeras sociedades divididas en clases sociales, (llamadas esclavistas en otros ámbitos) la preocupación principal de los gobernantes del Tahuantinsuyo fue tener a su disposición abundante mano de obra. Por eso avasallaron a muchos pueblos por la fuerza o con dádivas.
  1. Estas relaciones sociales de opresión y explotación las combinaban magníficamente con las relaciones comunitarias de colaboración y reciprocidad que se daban a nivel de los runakuna u hombres comunes. Estos estaban organizados en los ayllus donde se practicaban relaciones sociales equitativas, igualitarias y de ayuda mutua. Esto confundió a muchos estudiosos que llegaron a hablar de un imperio socialista de los incas. Esta caracterización no tomaba en cuenta las relaciones de explotación y opresión que se dieron entre la nobleza inca y el pueblo trabajador organizado en ayllus, y entre los incas y pueblos sojuzgados y subordinados al dominio imperial. Tal es el caso de los chancas, cañaris, chachapoyas, chimús, huancas, etc. Dentro de esta situación social de opresión se daban conflictos y toda clase de contradicciones y luchas de opresores con oprimidos, de dominadores con dominados.
  1. La racionalidad con que fueron organizadas las relaciones sociales en el Tahuantinsuyo, han hecho pensar que en el imperio inca no existía explotación. Productores y soldados en sus diversas labores fueron utilizados en forma rotativa para que brinden su máxima capacidad productiva y combativa sin llegar a la extenuación. Es de suponer que así se buscaba conseguir mejores productores y logros militares. Esta forma no abusiva de uso de la fuerza de trabajo (de explotación) diferenció a la sociedad inca de las primeras sociedades clasistas (esclavistas) que surgieron en Europa y Asia.

Sin embargo la esencia de todas las sociedades del mundo antiguo en las relaciones de producción fue la misma: la posesión por parte de las clases dominantes a la fuerza de trabajo humana, sobre la cual tenían derechos de vida y muerte.

La “benévola” forma de explotación inca requirió de numerosa mano de obra, por eso fue preocupación central de los gobernantes el conseguir esta multitudinaria fuerza de trabajo. La conseguían mediante conquistas violentas y mediante halagos a los jefes o curacas de los pueblos conquistados o por conquistar. Para halagar y lograr prestaciones recíprocas necesitaban una amplia provisión de regalos (tejidos, alimentos, doncellas, etc.) lo que demandó esfuerzos productivos mayores. A medida que creció esta necesidad de bienes y numerosa fuente de trabajo se constituyó en una traba para el desarrollo del Tahuantinsuyo. Con esto comenzó la decadencia y la guerra fraticida entre Huáscar y Atahualpa es un síntoma inicial de declive. Las fuerzas productivas tenían dificultades para sostener los inmensos requerimientos imperiales y se imponía un cambio en la organización de la producción y del gobierno. La lógica histórica hubiese llevado a un desmembramiento del inmenso Tahuantinsuyo en reinos menores y a una consolidación de la propiedad privada basada en la posesión de la tierra. Las panacas reales eran ya propietarias de muchos territorios y la partición del Tahuantinsuyo entre Huáscar y Atahualpa, son síntomas de un proceso de cambio que fue frustrado por la invasión europea.

LA ETAPA DE LA HISTORIA PERUANA SE INICIA A COMIENZOS DEL SIGLO XVI Y LA FECHA MÁS SIGNIFICATIVA DE ESTE INICIO ES 1532, AÑO DE LA CAPTURA DEL INCA ATAHUALPA. CON LA INVASIÓN ESPAÑOLA NACE LO QUE HOY ES EL PERÚ, UN PAÍS CUYA ESENCIA HISTÓRICA ES COLONIAL.

Los conquistadores europeos rompieron un proceso autónomo y nos impusieron una historia colonial con formas culturales y económicas inadecuadas a la realidad natural y social de esta parte de Sudamérica. Hasta hoy, a inicios de siglo XXI el Perú sigue siendo un país colonial, con otros dominadores y en medio de otras formas coloniales.

  1. España trajo una feudalidad decadente que estaba siendo erosionada por el mercantilismo. Esta orientación económica decía que la riqueza surge del comercio y que los metales preciosos eran fundamentales en la creación de esta riqueza. Por esto no es extraño que los invasores españoles llegaron motivados por una desmesurada avidez de metales preciosos. Así, una actividad secundaria de la época del Tahuantinsuyo, la minería, pasó a tener un rol primordial en la economía colonial. El eminente agricultor andino que generaba riqueza desde el cultivo de la tierra fue arrancado de esta labor para se diezmado en la ruinas y en los obrajes. Durante toda la etapa virreinal la actividad agrícola no se desarrolló, más bien, involucionó, retrocedió en cuanto avance de capacidad productiva. Sin embargo, ocupó a la mayoría de la población indígena.


II. ¿Qué es lo que más distinguió a la sociedad virreinal?

Lo más notable fue el crecimiento del mercado debido a las ideas mercantilistas. La incesante búsqueda de metales preciosos movida por la codicia personal de los conquistadores y el influjo mercantilista, hizo que se ampliaran las fronteras mediante exploraciones que se dirigieron especialmente a la selva donde los españoles esperaban encontrar “El Dorado”, un reino fabuloso que tenía urbes de oro. La imaginación medieval combinada con la codicia y el mercantilismo llevaron a búsquedas absurdas en la Amazonía, en la Patagonia, en los desiertos de la fabulosa California, etc., nombre este último sacado de los libros de caballerías. Los resultados prácticos e históricos fue que se ampliaron las fronteras y surgieron asentamientos humanos que se incorporaron a la trama económica y comercial de un territorio mucho más amplio que el Tahuantinsuyo.

Lamentablemente, en Sudamérica el desarrollo económico se estancó por siglos en una etapa mercantil, la que combinada con instituciones políticas feudales y un latifundio improductivo asentado en la servidumbre indígena, dio lugar a que nunca se generara en Latinoamérica una pujante acumulación originaria de capital. Más bien, el oro y la plata americanos dinamizaron el desarrollo capitalista inglés, holandés y francés. Especialmente de los dos países primeros que desarrollaron más rápidamente la manufactura y la industria. Justamente otra de las cosas que distinguen a la amodorrada y señorial sociedad virreinal fue su incapacidad de capitalizar las siguientes riquezas materiales de América Latina, e, indirectamente, propiciar el desarrollo del capitalismo moderno.

¿Qué contradicciones importantes permiten hacer un estudio provechoso de la etapa colonial – virreinal de nuestra historia?

Desde el comienzo de la invasión, los españoles que pasaron a “Indias” o indianas quisieron independizarse de la férula del rey español. Las gestas de Gonzalo Pizarro y Lope de Aguirre, por poner dos ejemplos peruanos, son muestra de ello. Al palpar la enorme riqueza del Nuevo Mundo y al no sentirse suficientemente reconocidos y recompensados, algunos “indianas” quisieron ser reyes de estos territorios, sin cuentas que rendirle al lejano monarca español. Se puede decir que estas rebeliones representan los más lejanos antecedentes de la emancipación criolla de comienzos del siglo XIX. Esta emancipación enfrentó a los españoles americanos (criollos) con los españoles europeos: los hijos con los padres, por eso fue emancipación y no independencia. No fue una liberación del yugo español, para pasar, en la mayoría de los casos, al yugo más sutil de otra potencia. En el Perú con la llamada independencia, el régimen económico y social no cambió, siguió siendo feudal. Hubo sí un cambio político movido por paradigmas burgueses. Las ideas de las revoluciones francesas y norteamericana le sirvieron a los caudillos criollos para fundamentar y justificar su rebeldía.

Estas ideas prendieron con más naturalidad dentro de las sociedades criollas de mayor desarrollo burgués: Caracas y Buenos Aires. No es extraño que de allí hayan partido las llamadas “corrientes libertadoras” comandadas por Bolívar y San Martín, respectivamente.


En el Perú, los criollos limeños especialmente, tuvieron hasta el final una posición conservadora de luchar no por la emancipación radical sino por una especie de autonomía que permita a esta parte de América seguir siendo parte del reino español. Los criollos de la capital virreinal ya no querían virrey, pero querían seguir de súbditos de España. Más bien en las provincias peruanas (Huánuco, Cusco, Tacna, etc.) surgieron movimientos emancipadores más radicales que llegaron a la rebelión armada. La emancipación peruana y la sudamericana que tiene su hito más importante en la batalla de Ayacucho, fue producto de una contradicción entres los españoles americanos (criollos) y españoles europeos, en el que predominaron los criollos. De ella surge el llamado Perú republicano y los demás países de Latinoamérica. El Perú actual, neocolonial y republicano es producto de tal emancipación. El Perú fue el último bastión de dominio español y tuvieron que confluir en nuestros territorios ejércitos de otros países hermanos para apoyar y definir nuestra liberación del yugo hispano. En este sentido el Perú fue el país más atrasado en la emancipación criolla.
  • Con la conquista y el virreinato se dio en el Perú una contradicción mas importante aún, la que enfrentó al dominador español con las masas indígenas. Después de la muerte de Atahualpa, los yana generales del inca (Chalcochima, Rumiñahui, Quizquiz) tuvieron una actuación más digna que la nobleza indígena y que el inca mismo que les ordenó deponer las armas. Esos generales de extracción popular son los iniciadores de la permanente y larga rebelión indígena que alcanzó su punto más alto con la gesta de Túpac Amaru II a finales del siglo XVIII, y que aún tuvo sus réplicas y eco en el primer cuarto del siglo XX, con la gran sublevación indígena de sur peruano, sublevación milenarista que abarcó desde La Mar (Ayacucho) hasta Huancané (Puno).
  • Después de los yana generales, la nobleza inca recuperó protagonismo con Manco Inca (Manco II) y los incas de Vilcabamba. Con ellos la rebelión duró 40 años hasta 1572 en que el virrey Toledo ajustició al primer Túpac Amaru y puso las bases del Estado virreinal.

    Con esto, el poder colonial se consolidó pero las protestas y rebeliones no desaparecieron. La historia conocida no resalta ni menciona la permanente rebelión de la población indígena, de regularidad casi anual.
De modo paralelo a la gesta de los incas de Vilcabamba, entre 1560 y 1570 se dio la rebelión de Taki Ongoy. Este fue un movimiento de gran carácter místico y religioso encabezado por el jefe mesiánico Juan Chocne. Constituyó un decidido intento de generar el renacimiento de la cultura indígena como fomento de una rebelión masiva contra el poder español. Preconizaba el rechazo de todo lo europeo, comenzando por la religión.

Durante el siglo XVII hubo una relativa calma, pero el siglo XVIII fue de veras “explosivo”. Se distinguen en él la rebelión de Juan Santos Atahualpa (1742-1756) y la de Túpac Amaru II (1781-1783). Juan Santos Atahualpa derrotó a 4 compañías primitivas de las tropas españolas y nunca fue derrotado ni capturado, desapareció misteriosamente en la selva central del país. Hay tradiciones que dicen que Juan Santos no murió y que regresará a voltear definitivamente el mundo a favor de la raza indígena.

Sin embargo, fue José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, el personaje de la más importante rebelión indígena de la historia colonial latinoamericana. No sólo involucró a la población nativa, también desató el descontento de mestizos, negros y criollos pobres. Su influjo se sintió en lugares tan distantes como Puebla (México), aunque el epicentro de toda la revolución fue el sur andino peruano y el altiplano peruano-boliviano. Aquí se mantuvo viva la insurgencia por tres años.

La rebelión de Túpac Amaru fue una revolución nacional y social, cuya proyección histórica es superior a las gestas emancipadoras de Bolívar y San Martín. En la entraña de la sublevación de Túpac Amaru andaba un movimiento de verdadera liberación nacional, en doble sentido:
  • Independencia del yugo colonial español.
  • Plasmación de la nación peruana sobre base indígena y de liberación de sus fuerzas creadoras.
En la figura de Túpac Amaru se esbozó una síntesis, del más alto valor histórico: la poderosa tradición indígena incaica con la moderna y progresista revolución burguesa. Más allá de Bolívar y San Martín, Túpac Amaru es el precursor de una independencia nacional y de una liberación social que aún no llega a nuestra sociedad. Se puede decir que la gesta tupamarista está en los antecedentes de la revolución popular, proletaria, socialista, que aún espera nuestro país. No es de extrañar, por esto, que quien mejor entendió la importancia indígena para la transformación social peruana fue Mariategui, marxista fundador del partido comunista en el Perú.

LA ETAPA REPUBLICANA
DE LA HISTORIA PERUANA ES LA SEGUNDA FASE COLONIAL DE NUESTRO DESENVOLVIMIENTO HISTÓRICO. COMIENZA FORMALMENTE EN 1821 CON LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA POR PARTE DE SAN MARTÍN, AUNQUE FUE EN 1824, EN LOS CAMPOS DE AYACUCHO DONDE DEFINITIVAMENTE SE SELLÓ LA QUE EN REALIDAD FUE UNA EMANCIPACIÓN. LOS "HIJOS" (CRIOLLOS) SE EMANCIPARON DE SUS "PADRES" (ESPAÑOLES) PERO NO HUBO NINGUNA TRANSFORMACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS ECONOÓMICAS, LA FEUDALIDAD SIGUIÓ VIGENTE Y AÚN LA ESCLAVITUD.


Sin embargo, las ideas “independentistas” de los criollos eran de origen burgués. Estaban inspiradas en las revoluciones de Francia y EE.UU., por lo que las instituciones políticas y las leyes fueron republicanas, es decir, burguesas. Entonces se dio el tremendo desfase entre una economía señorial, feudal, con latifundios y siervos; y una legalidad política y estatal de origen burgués republicano. La Constitución y las leyes no se correspondían con la realidad económica del país y pasaron a ser una formalidad. Esto generó tremendos problemas en el desenvolvimiento de la sociedad peruana. No había una correspondencia entre la política y la economía, y los caudillos militares “solucionaron” esta falta de correspondencia tomando el gobierno por muchos años. Es que no había una clase burguesa capitalista que tome el poder y gobierne de acuerdo con las existentes leyes burguesas que solo eran letra muerta. El poder económico lo tenían los terratenientes feudales a los que no les gustaban las leyes burguesas y las ideas de democracia que venían con el capitalismo.

El desfase entre la economía feudal y las leyes de origen burgués se comenzó a solucionar cuando algunos terratenientes, gracias al “guano de las islas” (fertilizante natural) se transformaron de golpe en comerciantes y banqueros. Había surgido una burguesía peruana, rentista, atrasada y miserable, que conservaba sus opciones feudales de origen. Más importante que estos burgueses limitados, fueron los extranjeros que vinieron a invertir y poner negocios y fábricas con el Perú. Fueron muy pocos pero constituyeron una clase burguesa más moderna. Con ellos y con la presencia de grandes capitales ingleses y norteamericanos se da el primer gran impulso para un desarrollo capitalista del Perú contemporáneo.

Así, nuestra sociedad entró definitivamente en un periodo de transición de la feudalidad al capitalismo. Este fue creciendo paulatinamente mientras la feudalidad se desmoronaba. En la economía peruana se mezclaron e interactuaron las formas y relaciones feudales con las capitalistas. Estas últimas han sido las que han marcado el rumbo desde esa época, dando lugar a la semifeudalidad. Los que siempre han querido los sectores dominantes del Perú y sus gobiernos es desarrollar capitalistamente a nuestra sociedad. Han intentado diversos métodos y formas, incluso socializantes como el gobierno de Velasco Alvarado, pero han tenido grandes éxitos en tales afanes y seguimos siendo un país de capitalismo raquítico y atrasado, donde subsiste la semifeudalidad como decisivo problema para resolver.

Al poco tiempo de realizada la emancipación, el Perú pasó al dominio colonial inglés y se transformó en semicolonia. Posteriormente se acentuó la condición colonial de nuestro país y hoy, en el mundo capitalista de la globalización el Perú es un país neocolonial, absolutamente subordinado al orden establecido imperialista comandado por EE.UU. Esto es tan cierto como que los actuales gobernantes del Perú cifran sus esperanzas de desarrollo en la inversión extranjera y en los tratados comerciales (TLC) con las grandes potencias. Han puesto todo el futuro de nuestro país a merced de la buena voluntad de los imperialistas que dominan el mundo. Asumen que ya no tenemos posibilidad de desarrollo soberano y digno, por lo tanto, no nos queda más que someternos a los designios del capital imperialista y de agradecer las migajas o limosnas que nos pueden brindar.

Por eso, las transnacionales que vienen a saquear las riquezas del Perú o a realizar sus negocios aquí, casi no se les cobra impuestos. Se les permite que se lleven todas sus ganancias y dejen casi nada para el país.

Esta forma de capitalismo neocolonial es la que predomina en la economía peruana. Las leyes, comenzando por la Constitución, están hechas para favorecer tal predominio y tales privilegios. Por eso hay una “renta básica” que le permite a la Telefónica robar legalmente a los peruanos. Incluso los capitalistas peruanos están por debajo de los capitalistas extranjeros que saquean al Perú. Estos son los que personalizan a ese capitalismo neocolonial que oprime, explota y saquea abusivamente al pueblo peruano, aprovechándose de una situación histórica en que los pueblos del mundo aún no han reorganizado sus filas para enfrentar a la barbarie capitalista.


Qué contradicción importante debemos tomar en cuenta en esta situación:

Dentro de estas circunstancias en la sociedad peruana de comienzos del siglo XXI se da una contradicción principal que influye en el desenvolvimiento social, económico y político de nuestro país.

Tal contradicción enfrenta al pueblo peruano (obreros, campesinos, pequeña burguesía proletarizada) que lucha por la liberación nacional y social; con un orden establecido reaccionario que se organiza en torno al Estado que es instrumento de la dominación neocolonial del imperialismo y favorece la convergencia de la gran burguesía intermediaria, los terratenientes, la iglesia, los empresarios y toda laya de partidos y organismos políticos funcionales al sistema de dominación reaccionario existente.

Esto quiere decir que el pueblo peruano que es mayoría, pero que está desorganizado, es poco educado, no tiene conciencia clara de sus intereses y está alienado; tiene que luchar por cambiar una sociedad injusta donde mandan los intereses imperialitas con la complicidad del Estado y gobierno, de la gran burguesía intermediaria, las iglesias y los políticos que actúan en el establo parlamentario.

La juventud que es la parte más dinámica del pueblo tiene la obligación de organizarse, educarse y concientizarse para romper el sistema de abuso, explotación y dominación que aplasta a la mayoría de los peruanos.

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