¡LUCHEMOS POR UNA PAZ VERDADERA Y POR EL FIN DE LAS GUERRAS PROMOVIDAS POR EL CAPITALISMO!
¡Abajo el capitalismo, promotor de muerte y destrucción!
¡Abajo los falsos pacifistas, títeres del capitalismo!
¡Por una verdadera paz, sin explotación!
¡Juventud consciente, jamás será sirviente!
A continuación dejamos con ustedes un artículo del periodista César Hildebrant, publicado del sábado 10 de octubre en el diario La Primera, acerca de la entrega del premio Nobel de la Paz a Barack Obama .
La burguesía capitalista, en su afán por dominar más mercados, promueve y lleva a cabo las más crueles guerras. No le importa a cuántos niños deja huérfanos ni a cuántas mujeres viudas. Tampoco le importa destruir pueblos o ciudades enteras. Sus ansias de dominio están por encima de todo. Este es el verdadero rostro del capitalismo imperialista.
La invasión a Irak por parte del ejército estadounidense fue la más clara muestra de que a la burguesía no le importa nada más que dominar y explotar. Miles de inocentes murieron por la ambición del imperialismo yanqui. Ante esto, la mayoría de organizaciones dizque promotoras de la paz se hicieron de la vista gorda. Los grupos pacifistas y defensores de la vida humana permanecieron en silencio mientras el imperialismo asesinaba y robaba. Con esto demostraron que son simples sirvientes de la burguesía capitalista. Conocida es la inactividad de la ONU frente a la cruel invasión estadounidense.
Igualmente, el desalmado y salvaje ataque a Palestina por parte del estado israelí es una expresión de la crueldad capitalista, que para justificar la destrucción de poblaciones, maquilla los intereses económicos con motivos religiosos.
No es necesario salir del país para ver las atrocidades del capitalismo. Recordemos los sucesos de Bagua. De qué paz se puede hablar cuando personas que reclaman por sus legítimos derechos son tratadas como salvajes e ignorantes, y se les dispara cuando piden diálogo. Y más aún de qué paz se puede hablar si existe la explotación del hombre por el hombre, si día a día se negocia con la vida de personas con el afán de lucro.
Los jóvenes, como vanguardia del pueblo, tenemos sobre nuestros hombros la gran labor de luchar por la liberación y por conseguir una paz verdadera, donde haya justicia, igualdad de oportunidades y no exista la explotación ni la pobreza. Por ello es necesario que nos organicemos y trabajemos sumando esfuerzos para la construcción del socialismo. La única forma de terminar con las guerras es destruyendo a su promotor: el capitalismo. No nos dejemos engañar por los grupos pacifistas inconsecuentes que fingen luchar por la paz y que sólo son unos títeres.
La invasión a Irak por parte del ejército estadounidense fue la más clara muestra de que a la burguesía no le importa nada más que dominar y explotar. Miles de inocentes murieron por la ambición del imperialismo yanqui. Ante esto, la mayoría de organizaciones dizque promotoras de la paz se hicieron de la vista gorda. Los grupos pacifistas y defensores de la vida humana permanecieron en silencio mientras el imperialismo asesinaba y robaba. Con esto demostraron que son simples sirvientes de la burguesía capitalista. Conocida es la inactividad de la ONU frente a la cruel invasión estadounidense.
Igualmente, el desalmado y salvaje ataque a Palestina por parte del estado israelí es una expresión de la crueldad capitalista, que para justificar la destrucción de poblaciones, maquilla los intereses económicos con motivos religiosos.
No es necesario salir del país para ver las atrocidades del capitalismo. Recordemos los sucesos de Bagua. De qué paz se puede hablar cuando personas que reclaman por sus legítimos derechos son tratadas como salvajes e ignorantes, y se les dispara cuando piden diálogo. Y más aún de qué paz se puede hablar si existe la explotación del hombre por el hombre, si día a día se negocia con la vida de personas con el afán de lucro.
Los jóvenes, como vanguardia del pueblo, tenemos sobre nuestros hombros la gran labor de luchar por la liberación y por conseguir una paz verdadera, donde haya justicia, igualdad de oportunidades y no exista la explotación ni la pobreza. Por ello es necesario que nos organicemos y trabajemos sumando esfuerzos para la construcción del socialismo. La única forma de terminar con las guerras es destruyendo a su promotor: el capitalismo. No nos dejemos engañar por los grupos pacifistas inconsecuentes que fingen luchar por la paz y que sólo son unos títeres.
¡Abajo el capitalismo, promotor de muerte y destrucción!
¡Abajo los falsos pacifistas, títeres del capitalismo!
¡Por una verdadera paz, sin explotación!
¡Juventud consciente, jamás será sirviente!
A continuación dejamos con ustedes un artículo del periodista César Hildebrant, publicado del sábado 10 de octubre en el diario La Primera, acerca de la entrega del premio Nobel de la Paz a Barack Obama .
Hacerse el Sueco
Desde que el Nobel de Literatura se lo entregaron a Winston Churchill en 1953, la Academia Sueca, que reparte la bolsa dejada por el inventor de la dinamita, no había caído tan bajo ni hecho tan divino ridículo.
Churchill escribía correcta y patrióticamente, pero eso de darle el Nobel fue parte de la guerra fría y de los enjuagues académico-políticos que están alrededor del premio.-Claro –dirán algunos-, pero qué puede esperarse de quienes le dieron el galardón a José de Echegaray y se lo negaron a James Joyce, que es el Cervantes irlandés y el padre prolífico de la novela moderna.
Lo que pasa es que siempre habrá un margen de discusión respecto de los gustos y el peso de las plumas –y eso como que rebaja el nivel de los crímenes perpetrados en Estocolmo en relación a la literatura.
Lo que no tiene perdón es lo que han hecho ayer con el Nobel de la Paz. Simplemente, lo han acribillado. Lo han volado con la nitroglicerina que hizo obscenamente rico a Alfred Nobel.
A no ser que ya no se trate de un premio sino de una profecía de buena voluntad, el Nobel dado a Barack Obama es una burla y un insulto para quienes, como Nelson Mandela o el Comité Internacional de la Cruz Roja, sí tuvieron todos los méritos para recibirlo.
Es cierto que el Nobel de la Paz también ha sido moneda convertible en el manoseo conservador de los académicos suecos: de otra manera no se explica que se lo hayan prendido en el ojal Theodore Roosevelt, Thomas Woodrow Wilson o el infame Henry Kissinger.
Pero Obama es presidente en ejercicio, no ha cumplido un año de mandato y no ha hecho por la paz nada más que prometerla.
Mientras tanto, libra dos guerras invasivas y sanguinarias que han ocasionado miles de muertos civiles, no ha movido un solo dedo para que Israel deje de construir asentamientos ilegales en Cisjordania, está dispuesto a autorizar un ataque “preventivo” en contra de Irán, se ha negado a publicar más testimonios gráficos en torno a las torturas practicadas en las cárceles oficiales de Irak, ha impedido la desclasificación de documentos que comprometen a la CIA en asesinatos ejecutados en países extranjeros, está a punto de mandar más tropas a Afganistán y ni siquiera se ha atrevido a cerrar el campo de concentración de Guantánamo.
¿Y a este imitador de García en el plano internacional le dan el Nobel de la Paz?
¿Cuál paz?
¿La que la CIA fomenta en Bolivia, financiando al separatismo de la media luna? ¿O la que instigó en Caracas con el golpe de Estado? ¿O la que el Departamento de Estado mantiene para Cuba?
El señor Obama ni siquiera ha fracasado en el intento de pacificar el medio oriente. Y no ha fracasado porque no lo ha intentado, como sí lo intentó Jimmy Carter en Camp David. O como sí lo intentó –y de verdad- Bill Clinton. Esos fueron, en todo caso, honrosísimos fracasos.
Mister Obama, en cambio, sigue tolerando que los palestinos despatriados sean considerados por debajo de la escala humana. Y sigue creyendo, aunque en sus discursos entretenga a la concurrencia con algunas audacias, que los Estados Unidos son la Interpol imperial con jurisdicción planetaria.
Thorbjorn Jagland, el nuevo presidente del Comité Nobel, ha llegado a ser cómico hablando de una de las razones que podrían haber pesado en la decisión. Jagland ha dado a entender que con Obama “el multilateralismo ha regresado”.
¿Se puede hablar de multilateralismo resurrecto cuando Europa sigue siendo socia subordinada hasta de las aventuras criminales de la política exterior de los Estados Unidos?
¿Qué multilateralismo es este en el que casi todos –incluyendo a Japón y a China- parecen estar de acuerdo con los grandes lineamientos de la Casa Blanca?
No menciono a la Federación Rusa porque, como ustedes saben, está neutralizada por los problemas de su patio trasero (desde Georgia a las Osetias pasando por el masivo regreso al islamismo de Kazajistán).
Es tan multilateral la política de Obama, según los suecos nobelísticos, que Latinoamérica no conoce el texto del tratado que le permite a los Estados Unidos tener siete bases militares en Colombia.
En fin, que el Nobel de la Paz en paz descansa.
Churchill escribía correcta y patrióticamente, pero eso de darle el Nobel fue parte de la guerra fría y de los enjuagues académico-políticos que están alrededor del premio.-Claro –dirán algunos-, pero qué puede esperarse de quienes le dieron el galardón a José de Echegaray y se lo negaron a James Joyce, que es el Cervantes irlandés y el padre prolífico de la novela moderna.
Lo que pasa es que siempre habrá un margen de discusión respecto de los gustos y el peso de las plumas –y eso como que rebaja el nivel de los crímenes perpetrados en Estocolmo en relación a la literatura.
Lo que no tiene perdón es lo que han hecho ayer con el Nobel de la Paz. Simplemente, lo han acribillado. Lo han volado con la nitroglicerina que hizo obscenamente rico a Alfred Nobel.
A no ser que ya no se trate de un premio sino de una profecía de buena voluntad, el Nobel dado a Barack Obama es una burla y un insulto para quienes, como Nelson Mandela o el Comité Internacional de la Cruz Roja, sí tuvieron todos los méritos para recibirlo.
Es cierto que el Nobel de la Paz también ha sido moneda convertible en el manoseo conservador de los académicos suecos: de otra manera no se explica que se lo hayan prendido en el ojal Theodore Roosevelt, Thomas Woodrow Wilson o el infame Henry Kissinger.
Pero Obama es presidente en ejercicio, no ha cumplido un año de mandato y no ha hecho por la paz nada más que prometerla.
Mientras tanto, libra dos guerras invasivas y sanguinarias que han ocasionado miles de muertos civiles, no ha movido un solo dedo para que Israel deje de construir asentamientos ilegales en Cisjordania, está dispuesto a autorizar un ataque “preventivo” en contra de Irán, se ha negado a publicar más testimonios gráficos en torno a las torturas practicadas en las cárceles oficiales de Irak, ha impedido la desclasificación de documentos que comprometen a la CIA en asesinatos ejecutados en países extranjeros, está a punto de mandar más tropas a Afganistán y ni siquiera se ha atrevido a cerrar el campo de concentración de Guantánamo.
¿Y a este imitador de García en el plano internacional le dan el Nobel de la Paz?
¿Cuál paz?
¿La que la CIA fomenta en Bolivia, financiando al separatismo de la media luna? ¿O la que instigó en Caracas con el golpe de Estado? ¿O la que el Departamento de Estado mantiene para Cuba?
El señor Obama ni siquiera ha fracasado en el intento de pacificar el medio oriente. Y no ha fracasado porque no lo ha intentado, como sí lo intentó Jimmy Carter en Camp David. O como sí lo intentó –y de verdad- Bill Clinton. Esos fueron, en todo caso, honrosísimos fracasos.
Mister Obama, en cambio, sigue tolerando que los palestinos despatriados sean considerados por debajo de la escala humana. Y sigue creyendo, aunque en sus discursos entretenga a la concurrencia con algunas audacias, que los Estados Unidos son la Interpol imperial con jurisdicción planetaria.
Thorbjorn Jagland, el nuevo presidente del Comité Nobel, ha llegado a ser cómico hablando de una de las razones que podrían haber pesado en la decisión. Jagland ha dado a entender que con Obama “el multilateralismo ha regresado”.
¿Se puede hablar de multilateralismo resurrecto cuando Europa sigue siendo socia subordinada hasta de las aventuras criminales de la política exterior de los Estados Unidos?
¿Qué multilateralismo es este en el que casi todos –incluyendo a Japón y a China- parecen estar de acuerdo con los grandes lineamientos de la Casa Blanca?
No menciono a la Federación Rusa porque, como ustedes saben, está neutralizada por los problemas de su patio trasero (desde Georgia a las Osetias pasando por el masivo regreso al islamismo de Kazajistán).
Es tan multilateral la política de Obama, según los suecos nobelísticos, que Latinoamérica no conoce el texto del tratado que le permite a los Estados Unidos tener siete bases militares en Colombia.
En fin, que el Nobel de la Paz en paz descansa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario