LENIN Y LA JUVENTUD (parte 1)
El 22 de abril pasado se conmemoró un año más del natalicio de Vladímir Ilich Lenin. Las redes sociales dieron cuenta de la celebración a través de afiches, artículos para la ocasión, frases célebres, fotos, etc. Nada más allá de la superficialidad a la que nos hemos acostumbrado. Pero que se diga ideas, contenido, sustancia: nada de nada.
Lenin fue, sobre todo, un hombre de acción. Y como tal, en plena construcción del socialismo en la URSS, invitó a las juventudes comunistas a sumarse activamente a la gran tarea que dicha construcción significaba. A pesar de tener más de 90 años, el mensaje de Lenin mantiene toda su fuerza y claridad. El mejor homenaje que se puede hacer a un maestro, a un revolucionario, es tener bien presente su legado y, como corresponde a un marxista, hacer que este se convierta en guía para la acción.
TAREAS DE LAS JUVENTUDES COMUNISTAS
Discurso en el III Congreso de la Unión de Juventudes Comunistas de Rusia
2 de octubre de 1920
Camaradas: quisiera hablarles hoy de las tareas fundamentales de la Unión de Juventudes Comunistas y, con este motivo, de lo que deben ser las organizaciones de la juventud en una república socialista en general.
Este problema merece tanto más nuestra atención cuanto que, en cierto sentido, puede decirse que es precisamente a la juventud a quien incumbe la verdadera tarea de crear la sociedad comunista. Pues es evidente que la generación de militantes educada bajo el régimen capitalista puede, en el mejor de los casos, resolver la tarea de destruir los cimientos del viejo modo de vida del capitalismo, basado en la explotación. Lo más que podrá hacer será llevar a cabo las tareas de organizar un régimen social que ayude al proletariado y a las clases trabajadoras a conservar el Poder en sus manos y a crear una sólida base, sobre la que podrá edificar únicamente la generación que empieza a trabajar ya en condiciones nuevas, en una situación en la que no existen relaciones de explotación entre los hombres.
Pues bien, al abordar desde este punto de vista el problema de las tareas de la juventud, debo decir que las tareas de la juventud en general y de las Uniones de Juventudes Comunistas y otras organizaciones semejantes en particular, podrían definirse en una sola palabra: aprender.
Pero claro está que esto no es más que "una palabra", que no responde a los interrogantes principales, a los más importantes: ¿qué y cómo aprender? Y en este problema lo esencial es que, con la transformación de la vieja sociedad capitalista, la enseñanza, la educación y la instrucción de las nuevas generaciones, destinadas a crear la sociedad comunista, no pueden seguir siendo lo que eran. Ahora bien, la enseñanza, la educación y la instrucción de la juventud deben partir de los materiales que nos ha legado la antigua sociedad. No podemos edificar el comunismo si no es a partir de la suma de conocimientos, organizaciones e instituciones, con el acervo de medios y fuerzas humanas que hemos heredado de la vieja sociedad. Sólo transformando radicalmente la enseñanza, la organización y la educación de la juventud, conseguiremos que el resultado de los esfuerzos de la joven generación sea la creación de una sociedad que no se parezca a la antigua, es decir, de la sociedad comunista. Por ello debemos examinar en detalle qué debemos enseñar a la juventud y cómo debe aprender ésta si quiere merecer realmente el nombre de juventud comunista, cómo hay que prepararla para que sepa terminar y coronar la obra que nosotros hemos comenzado.
Debo decir que la primera respuesta y la más natural parece ser que la Unión de Juventudes, y en general toda la juventud que quiera el advenimiento del comunismo, tiene que aprender el comunismo.
Pero esta respuesta, "aprender el comunismo", es demasiado general. ¿Qué hay que hacer para aprender el comunismo? De entre la suma de conocimientos generales, ¿qué es lo que hay que escoger para adquirir la ciencia del comunismo? Aquí nos amenazan una serie de peligros, que surgen por doquier en cuanto se plantea mal la tarea de aprender el comunismo o cuando se entiende de una manera demasiado unilateral.
A primera vista, naturalmente, parece que aprender el comunismo es asimilar el conjunto de los conocimientos expuestos en los manuales, folletos y trabajos comunistas. Pero esta definición sería demasiado burda e insuficiente. Si el estudio del comunismo consistiera únicamente en saber lo que dicen los trabajos, libros y folletos comunistas, esto nos daría fácilmente exégetas o fanfarrones comunistas, lo que muchas veces nos causaría daño y perjuicio, porque estos hombres, después de haber leído mucho y aprendido lo que se expone en los libros y folletos comunistas, serían incapaces de coordinar todos estos conocimientos y de obrar como realmente exige el comunismo.
Uno de los mayores males y calamidades que nos ha dejado en herencia la antigua sociedad capitalista, es un completo divorcio entre el libro y la vida práctica, pues teníamos libros en los que todo estaba expuesto en forma perfecta, pero en la mayoría de los casos no eran sino una repugnante e hipócrita mentira, que nos pintaba un cuadro falso de la sociedad capitalista.
Por eso, sería una gran equivocación limitarse a aprender el comunismo simplemente de lo que dicen los libros. Nuestros discursos y artículos de ahora no son simple repetición de lo que antes se ha dicho sobre el comunismo, porque están ligados a nuestro trabajo cotidiano en todos los terrenos. Sin trabajo, sin lucha, el conocimiento libresco del comunismo, adquirido en folletos y obras comunistas, no tiene absolutamente ningún valor, porque no haría más que continuar el antiguo divorcio entre la teoría y la práctica, que era el más nocivo rasgo de la vieja sociedad burguesa.
El peligro sería mucho mayor todavía, si quisiéramos aprender solamente las consignas comunistas. Si no comprendiéramos a tiempo la importancia de este peligro, si no hiciéramos toda clase de esfuerzos por evitarlo, la existencia de medio millón o de un millón de jóvenes de ambos sexos, que después de semejante estudio del comunismo se llamasen comunistas, causaría un gran prejuicio a la causa del comunismo.
Se nos plantea, pues, la cuestión de cómo debemos coordinar todo esto para aprender el comunismo. ¿Qué debemos tomar de la vieja escuela, de la vieja ciencia? La vieja escuela declaraba que quería crear hombres instruidos en todos los dominios y que enseñaba las ciencias en general. Ya sabemos que esto era pura mentira, puesto que toda la sociedad se basaba y cimentaba en la división de los hombres en clases, en explotadores y explotados. Como es natural, toda la vieja escuela, saturada de espíritu de clase, no daba conocimientos más que a los hijos de la burguesía. Cada una de sus palabras estaba adaptada a los intereses de la burguesía. En estas escuelas, más que educar a los jóvenes obreros y campesinos, los preparaban para mayor provecho de esa misma burguesía. Se los educaba con el fin de formar servidores útiles, capaces de aumentar los beneficios de la burguesía, sin turbar su ociosidad y sosiego. Por eso, al condenar la antigua escuela, nos hemos propuesto tomar de ella únicamente lo que nos es necesario para lograr una verdadera educación comunista.
Y ahora voy a tratar de las censuras, de los reproches que se dirigen por lo común a la escuela antigua y que conducen muchas veces a interpretaciones enteramente falsas. Se dice que la vieja escuela era una escuela libresca, una escuela de adiestramiento autoritario, una escuela de enseñanza memorista. Esto es cierto, pero hay que saber distinguir en la vieja escuela, lo malo de lo útil para nosotros, hay que saber escoger lo necesario para el comunismo.
La vieja escuela era libresca, obligaba a almacenar una masa de conocimientos inútiles, superfluos, muertos, que atiborraban la cabeza y trasformaban a la generación joven en un ejército de funcionarios cortados todos por el mismo patrón. Pero concluir de ello que se puede ser comunista sin haber asimilado los conocimientos acumulados por la humanidad, sería cometer un enorme error. Nos equivocaríamos si pensáramos que basta con saber las consignas comunistas, las conclusiones de la ciencia comunista, sin haber asimilado la suma de conocimientos de los que es consecuencia el comunismo. El marxismo es un ejemplo de cómo el comunismo ha resultado de la suma de conocimientos adquiridos por la humanidad.
Tomado de
V.I. Lenin (1976). Tareas de las juventudes comunistas. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario