viernes, 18 de octubre de 2013

EL TRABAJO - PARTE 2

El trabajo en el capitalismo

Una de las características principales del capitalismo es la producción mercantil, es decir, la producción de mercancías. Esta producción mercantil, junto con la propiedad privada y la división del trabajo, hizo que el trabajo adquiriera una doble carácter: trabajo concreto y trabajo abstracto. Se ahondará un poco más en este tema más adelante. La mercancía es, en primer lugar, un objeto que satisface una necesidad y, en segundo lugar, un objeto que se puede cambiar por otro. Por eso decimos que la mercancía tiene un valor de uso (satisface una necesidad) y un valor de cambio (se puede cambiar por otro). Por ejemplo, el valor de uso de un par de zapatillas es cómo las usamos, es decir, para caminar y no dañarnos los pies. Y su valor de cambio será, por ejemplo, cuarenta nuevos soles. Sin embargo, en el capitalismo las mercancías tienden a la satisfacción de necesidades cada vez más superfluas y dejan de lado las necesidades básicas. Esto se debe a que el capitalismo tiene como fin el lucro, la ganancia a como dé lugar. ¿Cómo, pues, en una sociedad de este tipo se pretende satisfacer necesidades humanas adecuadamente? No se puede. El capitalismo lleva a las personas a la miseria, no solo económica sino también cultural e ideológica.



Se mencionó que la mercancía tiene un valor de cambio. Este consiste en la equiparación cuantitativa de sus valores de uso. Por ejemplo, si yo tengo una mesa y la quiero intercambiar por un zapato, tengo que equiparar sus valores de uso. ¿Y cómo se puede hacer eso si la mesa y el zapato son mercancías completamente distintas? Para poder cambiar dos mercancías, estas tienen que tener algo en común. Aunque inicialmente no lo resaltamos, ambas mercancías sí tienen algo en común: ambas son productos del trabajo. Y si analizamos un poco más, veremos que todas las mercancías tienen en común ser productos del trabajo humano. Pero, ¿cómo medimos el trabajo humano? Este se mide promediando el trabajo de todos los hombres para producir una determinada mercancía. Si un trabajador se demora 12 horas para producir un zapato y otro se demora ocho, lo que hacemos es hallar el tiempo medio de trabajo, es decir, 10 horas. Este tiempo promedio que se necesita para producir una mercancía se denomina "trabajo socialmente necesario".

Al inicio se señaló que el trabajo adquiere un doble carácter: trabajo concreto y trabajo abstracto. El trabajo concreto es el que se invierte en una forma determinada y con un fin preciso, es el que crea valor de uso de la mercancía. Por ejemplo, el trabajo del zapatero, del panadero, etc. Los tipos de trabajo concreto son tan variados como los valores de uso que producen. Incluso, cada vez se crean nuevas formas de trabajo concreto. "Como creador de valores de uso, es decir, como trabajo útil, el trabajo es, por tanto, condición de la vida del hombre y condición independiente de todas las formas de sociedad, una necesidad perenne y natural sin la que no se concebiría el intercambio orgánico entre el hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana" (Marx).



Por el contrario, el trabajo abstracto es el gasto de fuerza de trabajo humano en general; es el trabajo que crea el valor de cambio (o valor simplemente) de la mercancía. Es el trabajo socialmente necesario del cual se habló antes, el tiempo promedio para producir una mercancía. El trabajo abstracto apareció cuando se comenzó a producir objetos para el mercado, es decir para venderlos y comprarlos. Para equiparar una mercancía con otra (y así poder intercambiarla), las diversas formas de trabajo concreto se reducen al trabajo abstracto.

El trabajo concreto es esencial al hombre, es decir, es parte de su esencia humana, ya que el trabajo concreto desarrolla las capacidades del ser humano. Al variar en formas, el trabajo concreto permite que el ser humano desarrollo más su ingenio y capacidad de invención. Por eso, se podría decir que es un trabajo creativo. Mientras que el trabajo abstracto reduce la actividad humana a una simple medida de valor; no desarrolla las capacidades del hombre. Por el contrario, hace de la actividad productiva una actividad lucrativa y no una actividad humana. Se centra en el intercambio de mercancías (objetos) y no en las relaciones entre seres humanos en la producción. De ahí que en el capitalismo se dé la contradicción entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto.

Por todo ello, los trabajadores se organizaron para exigir mejores condiciones de trabajo y más tiempo libre para descansar y desarrollar las capacidades que el trabajo capitalista no les permitía. Por ejemplo, a fines del siglo XIX, miles de trabajadores en todo el mundo lucharon por el establecimiento de la jornada de ocho horas de trabajo (hasta ese entonces, la jornada de trabajo estaba entre 12 y 15 horas diarias). En el Perú, la jornada de ocho horas se conquistó recién en los años veinte del siglo pasado. Y aún hoy en día, miles de trabajadores en todo el mundo siguen luchando para obtener mejores condiciones de trabajo y para recuperar los derechos que les fueron arrebatados en los últimos treinta o cuarenta años.




Continuará...

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