lunes, 12 de noviembre de 2012

DICCIONARIO: ALIENACIÓN Y OTROS CONCEPTOS (SEGUNDA ENTREGA)


Esta segunda entrega se enfoca en la estupidez humana, en cómo los que gobiernan el mundo manipulan nuestra conciencia y saquean nuestros bolsillos impunemente.  A través de varias décadas de control mental (primero solapado; luego abierto) la burguesía ha logrado que aprobemos gustosamente que los explotadores nos usen y tiren como objetos, y que a la vez rechacemos visceralmente todo aquello que implique nuestra mejoría como seres humanos, por ejemplo: tener dignidad, ser solidarios, dejar el individualismo, luchar sin descanso por una causa superior.  Como señalaba Einstein, la estupidez humana es infinita.


Estupidez.- Necedad o torpeza a la hora de comprender las cosas. El estúpido suele ser mucho más peligroso que el malvado, afirma Carlo M. Cipolla en su obra Las leyes fundamentales de la estupidez humana, que enuncia como sigue:
1° Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
2° La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.
Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener al mismo tiempo un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
4° Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta como un costosísimo error.
5° La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

La estupidez es frecuente en política, y se manifiesta especialmetne cuando se toman medidas orientadas a conceder a las empresas mayores privilegios que a las personas.  La estupidez crece en intensidad si esas ventajas se otorgan creyendo que así se favorece la creación de empleo.  Como es lógico, las empresas acaban abusando de las personas desprotegidas por las leyes, cosa que sucede con la creciente desregulación.




Evangelio del consumo.- Durante los años de la Gran Depresión surgió lo que Edward Cowdrick, consultor de relaciones industriales, definió como el nuevo evangelio económico del consumo.  Al darse cuenta de que las predicciones de la doctrina del mercado no se cumplían, los industriales idearon la manera de inducir a la gente a aumentar el consumo de bienes que objetivamente no eran necesarios.  "La clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción".  Esta conclusión de Charles Kettering, de la General Motors, resume la idea que animó el montaje de una nueva industria auxiliar del automóvil: la creación del "consumidor insatisfecho".  Todos los conocimientos de psicología fueron puestos al servicio de las técnicas publicitarias que dan forma a la gran liturgia del consumo.




Obsolescencia.- Cualidad de obsolescente. Tendencia de las cosas a perder utilidad.  La obsolescencia es un importante factor de producción, ya que las necesidades de consumo de la gente vienen definidas por el tiempo de duración de los bienes.  Si la duración, material o tecnológica, del objeto se reduce, se acorta también el plazo de reposición. En consecuencia, los fabricantes calculan minuciosamente este factor, evitando producir bienes cuya calidad sea tan elevada que no haga falta reponerlos en un largo periodo de tiempo.




Publicidad.- Conjunto de métodos, técnicas y estrategias destinadas a dar a conocer un producto, empresa o marca e inducir a su compra y consumo. Se realiza a través de los medios de comunicación social (prensa, radio, televisión), o mediante campañas directas (mailings). Inicialmente, la incidencia de la publicidad sobre la actividad de la industria era mínima, hasta que el interés de los fabricantes concibió el Evangelio del consumo como una nueva rama industrial destinada a preparar y, sobre todo, a crear un estado psicológico en el público que haga rentable la salida de un producto al mercado.

Básicamente, las técnicas publicitarias están basadas en el método conductista del reflejo condicionado, es decir, el mismo principio que las descargas eléctricas aplicadas a las ratas en el experimento de Pavlov.  Tales técnicas pueden lograr orientar las preferencias de la gente hacia cualquier cosa predeterminada por el agente publicitario: automóviles, cigarrillos, detergentes, perfumes, presidentes de Gobierno y hasta guerras, si es preciso.

Tanto con fines políticos o económicos, los aparatos propagandísticos del stablishment aplican sofisticadas técnicas psicológicas para modificar la conducta social.  Eros y Tánatos son arquetipos con los que juega la publicidad para inhibir o estimular, según convenga, los impulsos.  Los anuncios manipulan la libido humana con atractivas imágenes que evocan más el comercio de los cuerpos que las excelencias mécánicas de las herramientas que pretenden vender.  Según Octavio Paz: "El capitalismo ha convertido a Eros en un departamento de publicidad".  En el extremo opuesto del impulso libidinal, el recurso a Tánatos (la muerte) se utiliza para conseguir la obediencia a los gobiernos.  Por ejemplo, la aceptación de un aparato militar desproporcionado se consigue mediante un bombardeo de mensajes que provocan el miedo a los enemigos creados artificialmente por la propaganda gubernamental.

En los ámbitos económicos se acepta como verdad indiscutible que, sin el concurso de la publicidad, no sería posible que funcionase hoy la economía basada en el consumo. Evidencia que entra en abierta contradicción con la teología económica que defiende un mercado sujeto sólo a sus propias leyes, pues, si así fuera, no tendría necesidad de la publicidad.  No cabe duda de que una de las grandes "distorsiones del mercado" proviene de la publicidad. Bajo sus efectos, el equilibrio entre la oferta y la demanda no se alcanza mediante los precios, sino en función del mayor o menor grado de predisposición psicológica creada artificialmente en el consumidor.

Tomado de:
José Antonio Pérez (2002). Diccionario del paro y otras miserias de la globalización. Madrid: Debate.

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