domingo, 15 de marzo de 2015

Con motivo del día internacional de la obrera

Mucho se ha hablado y se sigue hablando sobre el día internacional de la mujer, conmemorado hace algunos días. Sin embargo, la mayoría de perspectivas son profundamente pequeñoburguesas: que el derecho de la mujer a elegir al varón por un lado, que el amor libre por el otro, que el derecho al aborto y otros etcéteras más muy concentrados en las relaciones interpersonales pero que, lamentablemente, no abordan el tema de fondo ni lo cuestionan: el sistema de explotados y explotadores en el que nos encontramos. Y este estado de cosas no se solucionará con demandas de corte "legalista" o "libertario". Leamos un discurso de Lenin al respecto, para ubicarnos mejor en la lucha de clases.


El capitalismo combina la igualdad formal con la desigualdad económica y, por tanto, social. En esto reside una de las particularidades fundamentales del capitalismo, particularidad que es velada falazmente por los partidarios de la burguesía, por los liberales, e incomprendida por los demócratas pequeñoburgueses. De esta particularidad del capitalismo se desprende, entre otras cosas, la necesidad de que en la lucha resuelta por la igualdad económica se reconozca abiertamente la desigualdad capitalista e incluso, bajo determinadas condiciones, se coloque este reconocimiento abierto de la desigualdad como base de la organización estatal proletaria (Constitución soviética).

Pero el capitalismo no puede ser consecuente ni  siquiera en lo que atañe a la igualdad formal (igualdad ante la ley, "igualdad" del harto y el hambriento, del poseedor y el desposeído). Y una de las manifestaciones más flagrantes  de esta inconsecuencia es la desigualdad de derechos de la mujer respecto al hombre. Ningún Estado burgués, ni siquiera el Estado republicano más progresivo y democrático, ha dado igualdad de derechos.

En cambio, la República Soviética de Rusia acabó inmediatamente con todos los restos, todos sin excepcion, de la desigualdad jurídica de la mujer y le aseguró al punto la plena igualdad ante la ley.

Se dice que la situación jurídica de la mujer es lo que mejor caracteriza el nivel cultura. En este aserto se contiene un grano de profunda verdad. Y desde  ese punto de vista, solo la dictadura del proletariado, sólo el Estado  socialista ha podido lograr y ha logrado el mas alto nivel cultural.

El nuevo e inusitado impulso dado al movimiento obrero femenino está, pues, inevitablemente vinculado a la fundación (y afianzamiento) de la primera República Soviética y, a la vez, y en relación con esto, a la Internacinoal Comunista.

Tratándose de aquellos que estaban oprimidos por el capitalismo directa o indirectamente, totalmente o en parte, el régimen soviético y sólo él es el que garantiza la democracia. Lo atestigua claramente la situación de la clase obrera y de los campesinos pobres; lo prueba claramente la situación de la mujer.

Pero el régimen soviético es la lucha final y decidida por la supresión de las clases, por la igualdad económica y social. A nosotros no nos basta la democracia, ni siquiera la democracia para los oprimidos por el capitalismo, incluido el sexo oprimido.

La tarea principal del movimiento obrero femenino consiste en la lucha por la igualdad económica y social de la mujer, y no sólo por la igualdad formal. La tarea principal es incorporar a la mujer al trabajo social productivo, arrancrla de la "esclavitud del hogar", liberarla de la subordinación -embrutecedora y humillante- al eterno y excepcional ambiente de la cocina y del cuarto de los niños.

Esta es una lucha prolongada, que requiere una radical transformacion de la técnica social y de las costumbres. Pero esta lucha terminará con la plena victoria del comunismo.

V.I. Lenin
1920

 


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