Homenaje a Eric Hobsbawm - Última parte
Concluimos el homenaje a Eric Hobsbawm con dos reseñas que aparecieron en un diario peruano a escasos días del fallecimiento del gran historiador. En ellas, un sociólogo y un historiador analizan, desde dos puntos de vista diferentes pero complementarios, el enorme papel que desempeñó Hobsbawm en el estudio histórico del siglo XX, siempre guiado por su compromiso político con el marxismo.
Hobsbawm y el Perú, por Antonio Zapata
Hace unos días ha fallecido uno de los historiadores más importantes de nuestro tiempo. Se trata del profesor inglés Eric Hobsbawn, quien nos ha dejado una obra fundamental para la comprensión del mundo moderno. En efecto, escribió sobre el ascenso del capitalismo y las transformaciones del siglo XVIII, ofreciendo un extenso razonamiento sobre los orígenes de la revolución industrial. Continuó adelante focalizando en las luchas obreras contra la explotación capitalista y el primer auge del socialismo durante el siglo XIX.
Pero, no se detuvo, porque en sus últimos años nos entregó una sólida historia del siglo XX, concebido como un siglo corto, determinado por la revolución bolchevique de 1917 y cuya extensión prolonga hasta la caída del muro de Berlín en 1989. El desafío comunista y la resistencia del capitalismo habrían sido las claves y su consecuencia era un siglo que solo había durado setenta años.
Pero, no se detuvo, porque en sus últimos años nos entregó una sólida historia del siglo XX, concebido como un siglo corto, determinado por la revolución bolchevique de 1917 y cuya extensión prolonga hasta la caída del muro de Berlín en 1989. El desafío comunista y la resistencia del capitalismo habrían sido las claves y su consecuencia era un siglo que solo había durado setenta años.
Así, a través de su obra completa, Hobsbawn nos dejó un análisis histórico del capitalismo, desde su cuna hasta su madurez y la fase tardía que vivimos en la actualidad, luego que el sistema lograra derrotar la amenaza comunista, con la que simpatizaba el autor.
En la mayor parte de sus investigaciones, el sujeto provino del mundo capitalista desarrollado. Tanto el capital como el trabajo fueron estudiados desde el centro y su mirada poseyó una agudeza particular precisamente por analizar el vértice que origina el movimiento de la sociedad.
En la mayor parte de sus investigaciones, el sujeto provino del mundo capitalista desarrollado. Tanto el capital como el trabajo fueron estudiados desde el centro y su mirada poseyó una agudeza particular precisamente por analizar el vértice que origina el movimiento de la sociedad.
Pero, también abordó a los sujetos coloniales y en un célebre texto se refirió a la sublevación campesina de 1958-62 en el valle de La Convención liderada por Hugo Blanco. Es el último de los artículos que componen un libro titulado Rebeldes primitivos, publicado por primera vez en inglés en 1959. Cuando fue traducido al español estaban terminando los sesenta y Hobsbawn añadió dos artículos a su texto original. Se trata de estudios cortos, pero que han pesado en las interpretaciones posteriores, uno trata sobre la violencia colombiana y el otro sobre nuestro campesinado de los cincuenta-sesenta.
Hobsbawn sostiene que la explotación moderna en La Convención se desarrolló después de la II Guerra Mundial gracias al cultivo del café que la conectó con el mercado mundial. La estructura social anterior a este desarrollo era feudal, pues grandes hacendados entregaban parcelas de sus dominios a cambio de obligaciones en trabajo. Una capa social intermedia, llamados “arrendires”, debía pagar una servidumbre al hacendado, pero era relativamente acomodada y hasta contrataba peones con regularidad.
El origen de la paradoja era el café que había traído a la región un súbito enriquecimiento, que provocó una explosión social. Los “arrendires” se sublevaron contra el arcaico régimen social y el conflicto fue conducido por el joven político trotskista Hugo Blanco. No obstante su derrota y la prisión de sus líderes, la lucha social habría acabado ganando.
En efecto, el gobierno militar de transición, 1962-63, decretó una primera reforma agraria que afectó exclusivamente a esa región del país. Así, Blanco terminó preso, pero su causa se impuso. Por ello, su fama se extendió entre los campesinos de la época y como muchos migraron, su reputación llegó a las ciudades y explica su gran papel como candidato en la justa electoral de 1978, cuando se eligió la Asamblea Constituyente.
Hobsbawn fue militante del Partido Comunista oficial y estuvo identificado con su vertiente italiana; sin embargo, su tema peruano fue la gesta de un trotskista. El profesor británico estaba investigando la resistencia campesina a la penetración capitalista; su interés era la combinación entre estructuras sociales arcaicas y luchas sociales que anticipan la modernidad. De ahí su atracción por los sucesos de La Convención.
Con ese artículo ofreció una prueba de su carácter; marxista comprometido con los afanes de los de abajo y suficientemente amplio y tolerante, capaz de subrayar el protagonismo de sus adversarios.
Tomado de:
La República (Perú), 10 de octubre de 2012
El historiador del siglo, por Nelson Manrique
A la edad de 95 años ha fallecido Eric J. Hobsbawm, uno de los más grandes historiadores del siglo XX y sin duda el más influyente. Se mantuvo lúcido y comprometido hasta el final. Deja un libro por publicar.
Hobsbawm nació en 1917 en Alejandría, hijo de padres judíos. Un error administrativo alteró su apellido original, Hobsbaum. Como otros intelectuales europeos de frontera fue espectador de acontecimientos cruciales en el periodo de entreguerras. Decía que había sido profundamente influido por su niñez en la Viena de los años veinte y el ascenso de Hitler en Berlín, que definieron sus opciones políticas y su interés por la historia, y por su vida en Inglaterra después, especialmente en la universidad de Cambridge de los años treinta.
Hobsbawm nació en 1917 en Alejandría, hijo de padres judíos. Un error administrativo alteró su apellido original, Hobsbaum. Como otros intelectuales europeos de frontera fue espectador de acontecimientos cruciales en el periodo de entreguerras. Decía que había sido profundamente influido por su niñez en la Viena de los años veinte y el ascenso de Hitler en Berlín, que definieron sus opciones políticas y su interés por la historia, y por su vida en Inglaterra después, especialmente en la universidad de Cambridge de los años treinta.
En la época de la Gran Depresión Hobsbawm perdió a sus padres y se afilió al Partido Comunista. Tenía 14 años. Permaneció leal a su opción hasta que el comunismo británico se disolvió en 1991. Se formó en Berlín y Londres y fue en Inglaterra donde escribió su gran obra. Fue marxista y sus ideas le cerraron muchas puertas en la carrera universitaria pero obtuvo un reconocimiento y admiración muy grande en el mundo. Es difícil que haya un historiador que no haya sido influido por su obra.
Sus trabajos habitualmente están respaldados por una enorme masa de evidencias documentales. Poseía una erudición apabullante y sus intereses como historiador fueron muy variados. Optó por hacer una historia “desde abajo”: desentenderse de los “grandes hombres” y buscar entender la lógica histórica a partir del estudio de la vida de la gente común, especialmente los trabajadores. Fue el más grande investigador de la historia del capitalismo pero también se interesó vivamente por los campesinos. Estuvo muy interesado en el Perú y dedicó un notable ensayo al movimiento campesino que Hugo Blanco encabezó en La Convención y Lares a principios de los años 60. En sus libros Rebeldes primitivos y Bandidos, con el telón de fondo de una investigación de envergadura mundial sobre la rebeldía campesina y el bandolerismo social, volvió a trabajar el mundo rural peruano. En una conferencia en San Marcos hizo una observación singularmente interesante: sostuvo que a nivel planetario la crisis del mundo rural no sucedió, como suele creerse, en el siglo XVIII, sino hacia la década del cuarenta del siglo XX, no sólo en las naciones pobres sino también en las del mundo desarrollado, con la excepción de unos pocos países, como Estados Unidos e Inglaterra.
La cúspide de su producción como historiador fue una tetralogía dedicada a la historia del capitalismo: La era de la revolución: Europa 1789- 1848 (1962), La era del capitalismo: 1848-1875 (1975), La era del Imperio: 1875-1914 (1987) y The Age of Extremes: the short twentieth century, 1914-1991 (La era de los extremos: el corto siglo XX, publicada en castellano con el título de Historia del siglo XX, 1994). Se trata de una de las mejores historias universales contemporáneas.
Hobsbawm fue también uno de los más innovadores estudiosos de la cuestión nacional. En “La invención de la tradición” mostró cómo muchas de las tradiciones, ritos e instituciones que suele creerse son inmemoriales han sido creadas en realidad recientemente por élites nacionales que así se legitiman: “el fenómeno nacional no puede ser adecuadamente investigado sin una cuidadosa atención a la ‘invención’ de la tradición”.
Fue un apasionado del jazz (decía que fue un adolescente poco agraciado y tímido y puso en la música la pasión que los otros jóvenes ponían en las chicas). Escribió sus reseñas bajo el seudónimo de Francis Newton.
En las primeras páginas de The Age of Extremes Eric Hobsbawm manifestaba, en 1994, su sorpresa porque, al final del siglo XX, la gente volviera a creer en el discurso económico liberal. Recordaba que para la gente de su generación estaba fresco el recuerdo de cómo este credo económico llevó al mundo al desastre de la Gran Depresión de 1929. Concluyó que no se había aprendido la lección. La gran crisis que comenzó el 2008, que el FMI anuncia se va a prolongar por una década, muestra cuánta razón tenía el viejo maestro.
Tomado de:
La República (Perú), 16 de octubre de 2012
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